Cuando
su prometido regresó del mar, se casaron. En su viaje a las islas orientales,
el marido había aprendido con esmero el arte del tatuaje. La noche misma de la
boda, y ante el asombro de su amada, puso en práctica sus habilidades: armado
de agujas, tinta china y colorantes vegetales dibujó en el vientre de la mujer
un hermoso, enigmático y afilado puñal.
La
felicidad de la pareja fue intensa, y como ocurre en esos casos: breve. En el
cuerpo del hombre revivió alguna extraña enfermedad contraída en las islas
pantanosas del este. Y una tarde, frente al mar, con la mirada perdida en la
línea vaga del horizonte, el marino emprendió el ansiado viaje a la eternidad.
En la soledad de su aposento, la mujer daba rienda suelta a su llanto, y a
ratos, como si en ello encontrase algún consuelo, se acariciaba el
vientre adornado por el precioso puñal.
El
dolor fue intenso, y también breve. El otro, hombre de tierra firme, comenzó a
rondarla. Ella, al principio esquiva y recatada, fue cediendo
terreno. Concertaron una cita. La noche convenida ella lo aguardó desnuda
en la penumbra del cuarto. Y en el fragor del combate, el amante, recio e
impetuoso, se le quedó muerto encima, atravesado por el puñal.
Mil gracias por compartir en su blog este extraordinario cuento de Ednodio Quintero, escritor venezolano que admiro mucho. Este cuento, "El Tatuaje", es un ejemplo, -según me dijo una vez mi profesor Israel Centeno, también venezolano- de verdero cuento redondo. No le falta nada, ni le sobra nada, tampoco. Es breve, y dice mucho en su maravillosa brevedad.
ResponderEliminarGracias a ti, Myriam, por tu comentario. Subiremos otros cuentos breves de este gran autor venezolano.Es un honor que estés visitando nuestro blog.
EliminarXq se llama broma postuma?
ResponderEliminarEl tatuaje cobro vida.....
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